En el año 2002, la moda entre las empresas de tecnología y comunicación era tener un nombre que comenzara por i (por Internet) o por e (por electronic). El negocio que estaba creando en esos momentos Antonio Treviño junto a tres socios iba a prestar servicios de telefonía por IP (a través de Internet y no de la red telefónica), por lo que a los fundadores les pareció adecuado usar el término fone. Así, en 2002, nació la empresa mexicana iFone, una compañía que sin querer acabó nfrentándose en los tribunales con un gigante empresarial, Apple, en una disputa por el uso de su nombre y que puede conseguir una indemnización multimillonaria después de años de litigios.
En ese tiempo, las empresas que ofrecían en México servicios similares a los de iFone eran escasas y el negocio empezó con buen pie. En 2003, sus propietarios registraron la marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), en la categoría de prestación de servicios de telecomunicaciones, con un trámite rápido que actualmente tiene un costo aproximado de 3.000 pesos (unos 230 dólares).
Cuatro años después, el 9 de enero de 2007, Steve Jobs se subía al escenario de la feria MacWorld de San Francisco y proclamaba: “Hemos reinventado el teléfono”. Era la presentación del iPhone, un dispositivo que permitía hablar, escuchar música y navegar por Internet. De aquel modelo, que marcó definitivamente a todos los smartphones que vinieron después, Apple vendió más de seis millones de unidades. A finales de 2012, en todo el mundo se habían comercializado más de 200 millones de iPhone. De su última versión, el iPhone 5, se vendieron más de cinco millones en el primer fin de semana que estuvo en las tiendas.
Y ahí empezó la odisea. Un día, después de cinco años de actividad, los dueños de iFone recibieron una notificación del IMPI que les emplazaba a demostrar que estaban usando ese nombre. Cuando Apple quiso registrar la marca iPhone en México, el IMPI se lo permitió en la categoría de terminal de comunicaciones pero se lo denegó en la de prestación de servicios, puesto que ya había otra con una pronunciación similar. La empresa de Cupertino decidió entonces iniciar los trámites administrativos para retirar la marca a la empresa mexicana a través de una declaración de caducidad, que consiste en denunciar que una marca no está siendo utilizada.
“Entonces me sentí como si yo llegara con mi Volkswagen de 1960 a estacionar y apareciera un tráiler para aplastarme. Ellos eran una de las empresas más famosas del mundo y eso da miedo”, cuenta Antonio Treviño. “Si en esos momentos se hubieran acercado a nosotros, podríamos haber llegado a un acuerdo, venderles la marca o darles una licencia”.
“Por esa vía no tenían nada que hacer. iFone presentó muchísimas pruebas del uso de la marca, como facturas y documentos. Probablemente pensaron que éramos una empresa pirata que solo quería aprovecharse registrando un nombre. O tal vez les dio igual porque ellos eran un gigante y nosotros solo una firma mexicana mucho más pequeña”, explica Eduardo Gallastegui, abogado corporativo de iFone. Desde la empresa aseguran que nadie de la compañía de California se ha puesto en contacto directamente con ellos durante todo este tiempo. Este periódico ha contactado con Apple, que no ha querido hacer declaraciones.
Es cierto que la empresa mexicana seguía siendo pequeña si se comparaba con la compañía fundada por Steve Jobs, a pesar de que había crecido a un ritmo mayor al 50% desde su nacimiento. En 2009 contaba aproximadamente con 250 empleados y un volumen de facturación de poco más de un millón de dólares. Ahora, después de once años de actividad, su plantilla supera los 500 trabajadores y cerró 2012 con una facturación de poco más de seis millones de dólares.
La primera batalla la ganó la compañía mexicana, puesto que el IMPI resolvió por unanimidad que su uso de la marca era legítimo. Apple contraatacó y lo llevó a los tribunales para impugnar la resolución ante una sala especializada en materia de propiedad intelectual de un tribunal administrativo. Otra derrota. El caso llegó a un tribunal federal y más tarde ante la Suprema Corte de Justicia mexicana. Todos coincidieron en lo mismo: iFone utilizaba la marca y no había ningún motivo para retirársela y concederle a Apple el derecho a usarla.
“Apple se ha quedado sin ningún recurso para reclamar la marca. Está demostrado por todas las vías que iFone es el legítimo propietario del nombre y que Apple está infringiendo la ley al utilizarla. Por eso exigimos los daños y perjuicios producidos por esta infracción”, explica el abogado Gallastegui.
Porque esta historia tiene una segunda parte que podría sonar a venganza o a justicia inspirada en la historia de David y Goliat, según se mire. Mientras las dos empresas se enfrentaban en los tribunales, tres compañías de telefonía - Telcel, Iusacel y Movistar - comercializaban el dispositivo en México con distintos planes de llamadas y datos. “Han estado usando nuestro nombre para la prestación de servicios de telecomunicaciones”, cuenta Gallastegui. La empresa a la que representa devolvió el golpe a Apple con una denuncia - y otras tres a las compañías telefónicas - en el segundo semestre de 2012.
¿Se trata de una venganza? ¿Una oportunidad? “Definitivamente no”, responde Antonio Treviño. “No podemos olvidar que fueron ellos los que comenzaron el litigio. Durante todos estos años hemos perdido tiempo, dinero y también ha afectado a nuestro negocio. Nuestros clientes estaban muy pendientes de qué pasaría con el proceso. De si nuestra compañía sobreviviría si perdíamos contra Apple, por eso nos ha perjudicado”, explica Antonio Treviño, quien cifra en “cientos de miles de dólares” el coste en abogados y de la defensa de iFone.
Según Gallastegui, si finalmente el IMPI primero y la justicia mexicana después les dieran la razón, “la ley de propiedad industrial estipula que nos correspondería al menos un 40% del precio de venta al público de los servicios que se han comercializado bajo nuestra marca”. Es decir, un 40% de todo lo que han ganado las operadoras mexicanas vendiendo iPhones desde 2007. Una cifra multimillonaria que desde la empresa no se atreven a avanzar.
“También queremos defender nuestro prestigio. Decir que no puede llegar cualquier 'empresota' a pisotear a los mexicanos ”, defiende Treviño, el único socio fundador que sigue al frente del Volkswagen al que una vez hizo sombra sombra el tráiler de Steve Jobs.
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