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La originalidad y el ingenio invaden desde hoy y hasta el próximo domingo el Salón Internacional de Inventos de Ginebra, el mayor del mundo de este tipo, donde emprendedores de todo el mundo intentan vencer a la crisis con sus creaciones, que buscan, casi siempre, la utilidad.
Como muestra, un cuadro de luces para una bicicleta, ideado por el francés Samir Ougri, que cuenta con intermitentes y luces de freno, de forma que se evite levantar el brazo para avisar de la intención de girar y se reduzcan los sustos derivados de imprevistos en la carretera.
También sobre dos ruedas, ha asombrado al público una silla para perros con cojera en sus piernas traseras, que facilita al animal moverse con cierta normalidad, al mismo tiempo que permite la rehabilitación de sus patas discapacitadas.
En el ámbito doméstico, y concretamente en el culinario, una tapa flexible de plástico, con la que se puede levantar un recipiente sin necesidad de que ardan los dedos al tocarlo, ha cosechado varias ventas, en la sección comercial que también habilita el salón.
Varios inventos también pretenden facilitar la vida en el campo médico, como una perspicaz muleta que resulta de añadir un mango al palo metálico que habitualmente sujeta una bolsa de suero, y que facilita el desplazamiento a quien sufra paralelamente de cojera y necesidad de manutención intravenosa.
Para los doctores, el creador rumano Razus Mircea ha ideado unas radiografías en color, que aclaran la composición del tejido óseo de los pacientes.
Y siguiendo con asuntos de salud, en este caso de prevención, el andorrano Joan Pujal ha agradado a los asistentes con su sencillo pero útil invento: un guante que -agarrado por un clip en la ropa a la altura de la cintura, y unido a la sujeción por una cuerda extensible- permite evitar el contagio de bacterias.
Por ejemplo, al coger las barras de transporte público; al apretar la manguera del surtidor de gasolina, o para los dentistas, cuando acercan su cuadro de mando al paciente, pues no en vano, Pujal asegura que "el 80 por ciento de resfriados proceden del contagio bacteriano".
España también cuenta en este salón con una nutrida representación, que ofrecen soluciones a tareas cotidianas, desde inventos que combaten el lumbago a la hora de hacer la cama y de la limpieza de sus alrededores, hasta otros que evitan accidentes de coche, gracias a añadir un pequeño retrovisor en el enganche de las puertas traseras.
No obstante, la mayores aportaciones inventivas del salón, de los 45 países participantes de un total de 785 expositores, procede de China, seguida de Irán y Rusia, países que, sin embargo, no han podido llegar a tiempo a la feria por culpa del caos aéreo derivado de la erupción del volcán islandés.
Imprevistos como este que, precisamente, son los que acentúan el ingenio de estos inventores, que mediante pequeñas aportaciones a productos ya existentes intentan aportar ventajas que faciliten acciones comunes.
Y que también pueden suponer un ingente beneficio económico, lo que explica que más de la mitad de los visitantes a la feria, de acuerdo con la organización, sean inversores y empresas, que en los últimos tiempos han rebajado sus flujos hacia el desarrollo, y prefieren comprar los inventos externamente.
En el Salón, de 8.500 metros cuadrados de salón, los expositores son un 21 por ciento independientes y un 79 por ciento empresas e institutos de investigación y universidades, y la visita puede realizarse tras el pago de una entrada de 14 francos (10 euros).

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