La discreción es su máxima y la clave parece estar en sus métodos de trabajo donde la disciplina de la gestión interna es vital para que el concepto de productividad esté a la orden del día.
¿Cómo una compañía con más de 50.000 empleados y un beneficio anual de casi 100.000 millones de dólares crece un 60% al año? ¿Cómo logra conseguir un éxito tras éxito?.
Lo cierto es que son cuestiones que Apple no tiene la más mínima intención de contestar.
En una ocasión, un analista de Wall Street le preguntó al respecto a Tim Cook, actual consejero delegado de la empresa. Éste se salió por la tangente.
"Bueno, es parte de la magia de Apple".
"Y no quiero que nadie conozca nuestra magia simplemente porque no quiero que nadie la copie".
Está claro que en esta ocasión el mago se niega a desvelar sus trucos, sin embargo no por ello es imposible descubrirlos.
Pero, ¿cuáles son esos alicientes?
Todo parece indicar que estos puntos conjugados con unos sueldos acordes a las funciones del puesto de trabajo crean un ambiente laboral estable y sobretodo de eficacia.
Al hilo de ese toque productivo cuentan que es obra al 100% del fallecido Steve Jobs. Dicen quienes le conocieron y quienes trabajaron directa e indirectamente con él que desde sus inicios intentó crear un entorno en el que los empleados pudieran amar lo que hacían, pero no para que se divirtieran con ello o lo comentaran con vecinos.
Un ex trabajador de la compañía afirmó tras su marcha que Apple es una de esas empresas donde la gente trabaja con un nivel de implicación casi religioso.
"Existen a lo mejor un puñado de grandes empresas que puedan conseguirlo, como Disney o Google. Muchos trabajadores, sin importar lo simple que pueda ser su trabajo, realmente sienten que están cambiando el mundo con lo que están haciendo".
El grado de complicidad entre los empleados y la compañía es tal que en un artículo publicado por la revista Fortune, Adam Lashinsky explica que el fundador de la tecnológica llegó a contratar al decano de la Escuela de Yale de Negocios y Gestión, Joel Podolny, para crear la Apple University.
El 'Top 100' del CEO de Apple
Dentro del esquema productivo de la empresa, el artículo detalla que el desaparecido Jobs, al igual que su sustituto Tim Cook, tiene un círculo de confianza de 100 personas, quienes reciben información anticipada sobre las decisiones más importantes, el llamado 'Top 100'.
Estas personas son escogidas a discreción y no necesariamente según la antigüedad que tengan en la empresa.
Se reúnen anualmente durante tres días en un sitio secreto, que no tenga campo de golf.
Al grupo se le aconseja no marcar las fechas en las agendas ni discutir el tema con nadie. Durante estas reuniones se desvelan además, por primera vez, las nuevas creaciones de Apple.
A diferencia de compañías como Google o Microsoft, Apple asigna tareas de desarrollo a equipos pequeños de trabajo. Por ejemplo, dos ingenieros fueron encargados de escribir el código del navegador Safari para que funcionara en el iPad.
Además, a modo de control, cada semana, un comité ejecutivo se reúne y revisa todos los progresos de la compañía en el desarrollo de nuevos proyectos, aunque el 80% de estos no tengan novedades para mostrar desde la semana anterior.
'¿Quién es el IDR de eso?'
Este pensamiento de rendición de cuentas se extiende a toda la jerarquía. En Apple no hay ninguna confusión acerca de quién es responsable de qué. En el lenguaje interno de Apple hasta hay un nombre para ello, el "IDR", o el Individuo Directamente Responsable.
Muchas veces el nombre del IDR aparece en la orden del día, así que todo el mundo sabe quién es responsable.
"Una reunión efectiva en Apple tiene una lista de acción", dice un antiguo empleado.
"A cada punto de acción viene el nombre del IDR".
Una frase muy común que se escucha en Apple cuando alguien está tratando de aprender los contactos adecuados para un proyecto es: "¿Quién es el IDR de eso?".
En cuanto a los costes y los gastos, éstos están centralizados y están a cargo del director financiero principal. Sin embargo, esto no significa que la compañía no esté dispuesta a poner el dinero necesario que haga falta en sus proyectos.
Para probar el software del programa iMovie contrató a la Orquesta Sinfónica de Londres para que grabara unas muestras. En otra ocasión envió todo un equipo de audiovisual a Hawaii para que hiciera un vídeo de demostración.
La diferencia entre un conserje y un vicepresidente
Otra de las cosas curiosas que se mencionan, es un discurso que Jobs tenía preparado y que daba a todos los nuevos vicepresidentes que entraban en la compañía. Un discurso que les intentaba hacer ver la enorme responsabilidad de su cargo.
Discurso que les hacía ver como al final, por ser el primer eslabón de la cadena, lo que para algunos son excusas, para ellos son razones para haber actuado erróneamente. Por lo tanto, como responsables, la misma responsabilidad es de ellos.
Es la verdad empresarial por la que la excusa de la persona de menor nivel, representa la razón del error del responsable.
Jobs imaginaba que su papelera no es vaciada regularmente en su oficina, y le preguntaba al conserje por qué.
Él le da la excusa:
"Las cerraduras han cambiado, y el conserje no tiene una llave".
Esa es una excusa aceptable de alguien cuya responsabilidad es vaciar las papeleras de un despacho.
El conserje puede explicar por qué las cosas han ido mal. Un vicepresidente Senior no puede. Jobs entonces le dice al nuevo vicepresidente, "cuando eres conserje, las razones importan".
Y continua:
"En algún lugar entre el conserje y el CEO, las razones dejan de importar".
Ese punto de no retorno, se cruza cuando te conviertes en vicepresidente.
El fracaso de MobileMe
El ambiente de concordia que pintan los trabajadores de la compañía no está reñido con los sermones de los directivos y más cuando un proyecto no sale como estaba previsto.
En el verano de 2008, Apple lanzó la primera versión del iPhone, que operaba en redes móviles de tercera generación y a la par debutó MobileMe, un sistema de correo electrónico que debería ofrecer las mismas funcionalidades perfectamente sincronizadas que los usuarios corporativos tanto aman de sus BlackBerry.
Contra todo pronóstico, MobileMe fue un fracaso. Los usuarios se quejaban de correos perdidos y la sincronización era deficiente. Pese a que los críticos elogiaron el nuevo iPhone, reprobaron el servicio de mensajería.
Ante ello y ante un Jobs que no toleraba fracasos convocó al equipo de MobileMe. Una vez que estuvieron todos, el directivo preguntó:
"¿Puede alguien decirme que se supone que hace MobileMe?"
Después de recibir una respuesta satisfactoria, cuestionó, "¿Y por qué carajo no hace eso?".
La siguiente media hora, Jobs se dedicó a reprender al grupo.
"Han manchado la reputación de Apple. Cada uno de ustedes debería odiar al otro por haberse defraudado todos entre sí".
La humillación pública enfureció a Jobs.
Walt Mossberg, el influyente columnista tecnológico del 'The Wall Street Journal', había criticado duramente a MobileMe. Por lo que el CEO dijo en aquella ocasión, "nuestro amigo Mossberg ya no dice cosas buenas de nosotros".
Y allí mismo, Jobs nombró a un nuevo ejecutivo para dirigir ese equipo.
La habitación para abrir las cajas
Los pequeños detalles hacen que Apple sea también grande. Y es que, una característica principal de los productos que lanza es que cause una tremenda impresión a quien los abre.
Ante este punto no es de extrañar que tenga una habitación única y exclusivamente dedicada a abrir cajas. Puede sonar surrealista, pero no dentro del campus de Cupertino.
Un diseñador puede pasar meses en esta habitación haciendo simplemente eso: abrir cientos de prototipos del embalaje de un nuevo iPod tratando de encontrar la experiencia perfecta, y la habitación es tan segura que se necesita una tarjeta de identificación para entrar o salir de ella.
La filosofía de Apple es que el consumidor es capaz de percibir esta atención por el detalle, transmitiéndole que se preocupan por él y estableciendo un vínculo con la empresa que trasciende al precio.
De repente, aparecen los carpinteros
Otra de las anécdotas que cuenta de la tecnológica es que los empleados saben que algo grande está en marcha cuando aparecen los carpinteros en su edificio de oficinas.
"Se levantan rápidamente nuevos muros. Se añaden puertas y nuevos protocolos de seguridad. Las ventanas que una vez eran transparentes pasan a ser oscuras. Otras salas no tienen ventanas para nada".
Se llaman salas de bloqueo: Ninguna información entra ni sale por ninguna razó.
"Asimismo, tu tarjeta, que te llevaba a zonas particulares antes de la nueva construcción, ya no funciona en esos lugares. Todo lo que puedes suponer es que está en marcha un nuevo proyecto, altamente secreto, sobre el que no debes saber nada. Fin de la historia".
De casi tocar la quiebra a comerse el mundo
Después de conocer un poco lo que se mueve dentro de las instalaciones del campus de Cupertino parece increíble que a finales de los 90 estuviera al borde de la bancarrota.
En aquel entonces, la compañía resurgió en gran parte al respaldo de Microsoft, que por decisión de Bill Gates, decidió invertir 150 millones de dólares.
A toro pasado, puede parecer no tener mucho mérito, pero la compañía no presentaba ningún síntoma positivo. Es más, Michael Dell llegó a afirmar a Jobs que lo mejor que podía hacer era cerrar Apple y devolver el dinero a los accionistas.
Como ha cambiado el cuento. Hoy por hoy, la magia de la que hablaba Tim Cook se mantiene.
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