Berlín (DPA). En la búsqueda del mejor navegador hay mucho para elegir. Pero no hay posibilidad de equivocarse y, según dice Michael Roitzsch, del Instituto de Informática de la Universidad Técnica de Dresden (Alemania), “en general, todos los navegadores hacen hoy lo mismo”. No obstante, hay entre ellos ligeras pero decisivas diferencias. Lo importante es más bien qué desea hacer el usuario con su navegador:
Firefox de Mozilla tiene hay numerosos complementos y plug-ins, que, entre otras cosas, pueden servir para bloquear la propaganda, mejorar la seguridad o permitir la descarga de vídeos desde la web. [Descárgalo aquí]
Opera dispone de un servicio de email propio y cuenta con una versión móvil que ocupa buena cuota del mercado. [Descárgalo aquí]
Internet Explorer 10 fue desarrollado especialmente para el sistema operativo Windows 8 de Microsoft y para ser operado a través de pantallas táctiles. [Descárgalo aquí]
Safari, de Apple, interesa en especial a quienes navegan desde su teléfono iPhone. “En general, se suele poner en la computadora el mismo la navegador que ya se conoce en otros accesorios”, señala Mike Schnoor, de la Asociación alemana de la Economía Digital (BVDW). “En nuestro tiempo, marcado por la comunicación digital, es comprensible que la gente quiera encontrar en todas partes la misma interfaz”.
Chrome le permite dar a Google un paso más: quien se registre con nombre de usuario y contraseña, podrá usarlas también sincronizadas en varias computadoras, smartphones y tabletas Android. Con esto, sin embargo, estará entregando también a Google muchos datos personales.[Descárgalo aquí]
Además de los cinco navegadores principales hay, por otro lado, algunos programas “exóticos”, entre los que se cuenta Avant y el navegador K-Meleon, basado en el sistema Mozilla, mientras RockMelt se centra en la integración de redes sociales como YouTube y Twitter.
No obstante, estos programas básicamente tampoco son tan “diferentes”, señala Michael Roitzsch, pues el usuario puede navegar con ellos también con rapidez y seguridad. Como efecto colateral, pueden incluso ser aún más seguros que sus “primos”, pues, al ser menos difundidos, los hackers no se interesan en ocupar su tiempo en atacar en ellos posibles agujeros de seguridad.

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